El presidente de la Federación, Carlos Otrino, asistió este martes a la celebración del 1er Día Internacional de Concienciación sobre Pérdidas y Desperdicio de Alimentos (también conocida como 29S), organizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
El objetivo de esta jornada fue generar conciencia sobre el impacto ambiental que genera el desperdicio de alimentos, y trabajar en políticas que contribuyan a la lucha contra el hambre y la pobreza mediante la reubicación responsable de aquellos alimentos que no son comercializados. Esta acción está enmarcada en la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de cara al 2030, que consiste en reducir a la mitad per cápita global el desperdicio de alimentos a nivel minorista y consumidor, y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.
Argentina tuvo un lugar preponderante en este sentido, ya que fue el país promotor ante Naciones Unidas de crear el día internacional que hoy se celebra. El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra, señaló que “para generar cambios profundos hacia prácticas sostenibles en producción, comercialización y consumo, es indispensable la toma de conciencia a todos los niveles. Por ello, nos propusimos impulsar esta fecha especial”.
Desperdicio de alimentos: la mirada desde los recursos naturales
El desecho de alimentos que no pueden ser comercializados es una realidad que afecta no sólo a los grandes centros mayoristas -como los mercados concentradores de frutas y verduras-, sino también a las distintas zonas de producción. Según la FAO, América Latina y el Caribe pierden 220 millones de toneladas de alimentos al año, sólo desde la etapa posterior a la cosecha hasta la venta al por menor. Este número constituye el 11% del total de los alimentos producidos. En este sentido, la principal preocupación es el impacto ambiental producido por el desperdicio de recursos naturales, y la mala gestión de los alimentos desechados.
Hay dos recursos primordiales que se ponen a disposición en cada hectárea de producción: el agua y el suelo. Por cada tonelada de frutas y verduras desechadas por su putrefacción, no sólo se desperdician alimentos, sino también recursos naturales.
Pero hay una segunda problemática a tener en cuenta, y tiene que ver con la gestión de los desechos de alimentos una vez que ya no pueden comercializarse (por pérdidas o desperdicios). En la mayoría de los casos, estos desechos se dispensan en los rellenos sanitarios de las ciudades, pero los mismos tienen un límite, no son infinitos. De ahí la importancia de la reducción de desechos para prevenir este segundo impacto ambiental.
Una posible solución
Una cuestión debatida durante la jornada tiene que ver con la elaboración de prácticas y políticas concretas que ayuden a reubicar los alimentos que no se comercializan, para disminuir el desperdicio y el impacto ambiental.
En este sentido, la Directora Ejecutiva de la Red de Bancos de Alimentos de Argentina -Lic. Natascha Hinsch-, resaltó la importancia del rescate de alimentos que se realiza a través de los bancos que están en todo el país, que son estrategias vinculadas a los mercados concentradores de frutas y verduras. La directora expuso la cantidad de platos de comida que se entregan a las personas más vulnerables con cada kilo rescatado, ofreciendo una solución no sólo al problema del desperdicio, sino también al hambre y la pobreza.
Al final de la jornada, el Ministro de Agricultura asumió el compromiso de articular los esfuerzos en pos de reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, garantizando la seguridad alimentaria principalmente de los sectores más vulnerables.